Entrevista a Pepa Martín, mariscadora de cuentos

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Pepa contará en castellano el próximo jueves en la Biblioteca Pablo-Neruda de Friedrichshain a las 16:30 y además, tendremos el placer de contar con ella el sábado en el Instituto Cervantes, en nuestra lectura trilingüe de “¿A qué sabe la luna?” en la que leerá en gallego. Pepa vive actualmente en Madrid y es madre de dos jóvenes de 19 y 21 años.

¿Dónde creciste?

En Galicia, en Pontevedra, enfrente del mar.

¿Cómo recuerdas tu infancia?

La recuerdo llena de tonos grises, lluvia y de historias que me contaba mi abuela, que todas eran verdad. Recuerdo los entierros porque en aquella época, todos eran marineros y claro, cada vez que salía un barco volvía con alguno de menos. A menudo íbamos al cementerio y entonces me contaba la historia de los que ella conocía, no era algo ni triste, ni trágico.

Recuerdo mi infancia con olor a tierra mojada, a hojas caídas.

¿En qué lengua te contaba los cuentos tu abuela?

Mi abuela me los contaba en gallego. Mi madre y toda la familia hablaban en gallego. En cambio con mi padre hablaba en castellano.

¿Así que creciste bilingüe?

Sí, en casa hablaba mayoritariamente en gallego, excepto con mi padre y castellano en la escuela y con el doctor.

Aprendí el gallego escuchándolo, no estudiándolo. No aprendí a escribir gallego hasta los 50 años, ahora tengo 53. Siempre lo he leído y lo he hablado pero hasta los 50 no estudié la gramática.

¿Cuánto hace que te dedicas a contar cuentos?

Desde que tengo uso de razón. A los 14 años ya escribía cuentos para mis compañeras del colegio. Ellas me pedían que las pusiera de protagonistas con el chico que les gustaba y a cambio me hacían los deberes de matemáticas.

Profesionalmente desde hace 20 años y lo hago a través de la asociación cultural Mariscando cuentos.

Así que trabajas con niños y niñas de todas las edades. ¿Cómo es una semana de trabajo en la vida de Pepa Martín?

Pues hago de todo, por desgracia ahora estar mucho delante del ordenador, hablar con la gente, cerrar charlas, leer libros para preparar mis actividades.

Además de contar también doy charlas para fomentar la lectura: en los colegios, en las universiades y también para padres y madres.

Me gusta empezar mis actividades alrededor de una mesa porque la cultura que me han transmitido siempre ha sido alrededor de algo que se come, como por ejemplo de castañas asadas o bien pelando patatas. Compartiendo la comida para que el cuerpo pueda pensar de forma correcta y transmitiendo ese valor, que si tienes una castaña y la puedes compartir te sabrá más rica que si tienes kilos de castañas y te las comes sola.

¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión?

El contacto con el ser humano. Cuando voy a colegios y veo que niños a quienes les cuestan las lecturas, empiezan a progresar….o las mamás me llaman, me escriben para hacerme consultas.

¿Qué consejos les darías a padres, madres y educadores?

Que empiecen contando su vida, su vida es el mejor cuento que pueden escuchar los niñ@s. Los cuentos despiertan aquello que está muerto, sólo el olvido mata. Cuando contamos la vida de familiares o hablamos de momentos pasados, eso vuelve a tener vida. Lo importante es que les cuenten a sus hij@s y les lean aunque no entiendan, que les lean lo que quieran. Que compartan con ellos ese momento de interacción, de fusión.

 

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